
“Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; … Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:6 y 8)
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5)
Alguien se despierta con disgusto. Se levanta, desayuna y sale para su trabajo. Se queja porque hace frío, porque los autobuses vienen repletos, y reniega al llegar, al ver que tiene mucho trabajo…
Esta es una escena normal, y muchos viven así, sin darse cuenta de que, al despertarse, tienen sobrados motivos para dar gracias a Dios por el simple hecho de estar vivos. En lugar de renegar al levantarse, tendrían que recordar que cada mañana muchos ya no se levantan. Al desayunar, tendrían que agradecer a Dios por tener para comer. Es verdad que muchas veces hace frio, pero también es verdad que uno tiene calzado y abrigo, y un medio de locomoción, que, aunque venga lleno, nos lleva y nos trae. Y ¿qué decir de las quejas sobre el trabajo? Cuando tener trabajo es una bendición que cuando nos falta desesperamos.
A los seres humanos nos sobran motivos para estar agradecidos con Dios. Estamos tan acostumbrados a ser bendecidos que damos esas cosas como descontadas, como que tienen que pasar así obligatoriamente, sin reconocer en ellas la bondad de Dios.
Eso es un error. Debemos ser agradecidos y cuanto más agradecidos seamos, más veremos la mano de Dios con nosotros. Un Dios de amor, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda más tenga vida eterna (Juan 3:16)
Pensamientos para reflexionar