ESCUDRIÑAR LAS ESCRITURAS

“Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido” (2 Tesalonicenses 2:15)

“Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida” (Proverbios 4:30)

“Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido” (2 Timoteo 3:14)


Suele decirse que leer es algo muy bueno, de lo contrario, uno se ve expuesto a creer todo lo que le digan.

Cuando se trata de verdades fundamentales, no podemos contentarnos con lo que otros digan, sino buscar e indagar, como lo hicieron los hombres de Berea, quienes cuando se les predicó el evangelio mostrándoles que Jesús era el Cristo, recibieron la Palabra con toda solicitud, “escudriñando cada día las Escrituras para ver si las cosas eran así” (Hechos 17:11)

Escudriñar las Escrituras siempre es bueno (Juan 5:39) Pero, entiéndase bien, escudriñar las Sagradas Escrituras, no escudriñar los errores doctrinales de cada secta.

Hay quienes aduciendo un espíritu inquisidor indagan en todo. ¡Cuidado! Esto no siempre es bueno. Comprendemos que esa sea la actitud de quien no encontró aún en Cristo el camino, la verdad y la vida. Y por lo tanto sigue buscando la verdad, o la de aquellos que por su ministerio deber ayudar a personas atrapadas en el error. Pero, para los creyentes en general, eso no es bueno, pues suele alterar la fe y contaminar el espíritu.

La Biblia dice: “Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1) y también: ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? (Proverbios 6:27) Pues es imposible abrazar esas cosas y no sufrir luego las consecuencias.


Pensamientos para reflexionar

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