“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 16:13 al 17)
Si alguien te preguntara: ¿Quién es Jesucristo para ti?, ¿qué responderías? Sin duda, muchos darían respuestas positivas acerca de Jesús, considerándolo un gran ejemplo a seguir, un profeta, una buena persona, un mártir o cosas por el estilo. Todas buenas apreciaciones y justas porque son ciertas, pero insuficientes para decir que por apreciarlo de esa manera uno ya es salvo por fe.
Cuando Jesús hizo esta pregunta Pedro respondió de la manera justa. “dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16) Israel esperaba a su libertador, al Mesías, el Cristo (Ambas palabras significan UNGIDO) Y ese ungido, no podía ser un hombre más entre los hombres, aunque estuviera lleno de cualidades, debía ser el Hijo de Dios. Dios mismo hecho carne. El único que podría presentarle a los hombres la Salvación de Jehová, tal el significado de su nombre Jesús: (Jehová salvador) Esto, visto, creído y confesado por Pedro, no era algo que otro lo hubiera dicho y él lo repitió, como muchos hijos de creyentes hacen, sino algo que Dios mismo reveló a su corazón.
Así mismo sucede hoy en día. Es muy importante que cada persona reconozca a Jesús, como el Hijo de Dios y acepte lo que Dios mismo dice acerca de su Hijo. Que su Hijo Jesucristo vino a este mundo para morir por nuestros pecados. Y que creyendo eso, arrepentido, lo reciba como su Salvador.
Pensamientos para reflexionar