
“El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12)
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)
Con la muerte no se termina la existencia del ser. Uno cierra los ojos en este mundo y los abre en el más allá.
La Biblia enseña que muerte no es inexistencia, sino separación. El hombre desde el momento que comió del árbol del conocimiento del bien y del mal murió, conforme a lo que le había anticipado Dios. (Génesis 2:17) Lo primero que experimentó fue la muerte en su aspecto espiritual. El pecado lo separó de Dios que es vida. Luego teniendo la sentencia de muerte en él, conoció la muerte física que se produce cuando el cuerpo tomado del polvo vuelve a la tierra y el espíritu vuelve a Dios que lo dio. (Eclesiastés 12:7)
Cuando alguien muere, su parte espiritual vuelve a Dios. Si quien partió de este mundo, fue alguien que mientras estaba con vida sobre la tierra había aceptado por fe a Jesús como Salvador, es recibido por Dios para estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor que todo cuando podría experimentar en la tierra, sabiendo que para él no hay ninguna condenación (Filipenses 1:23) Por el contrario, si quien partió , es alguien que rechazó a Cristo y que consciente o inconscientemente no recibió el amor de la verdad para ser salvo (2 Tesalonicenses 2:10) esa persona se encuentra en el hades, esperando el momento de resucitar para ser juzgada por Dios.
Continuará
Pensamientos para reflexionar