(Léase Marcos 10: 17 al 23)
Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?… Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (Marcos 10:17 y 21,22)
El joven rico de los evangelios, era un joven maravilloso. Era el yerno que la mayoría de las madres quisieran tener. Tenía dinero y era temeroso de Dios. Moralmente era intachable porque se esforzaba por guardar la ley de Dios y sus mandamientos. Pero, carecía de la vida eterna. Y eso, lo cambia todo.
Jesús lo habló de una manera muy afectuosa, pero, sabiendo que su corazón estaba ocupado por las riquezas. Y la avaricia es idolatría (Colosenses 3:5) le dijo que vendiera todos sus posesiones y se las diera a los pobres y que lo siguiera tomando su cruz (Marcos 10:21) Lamentablemente, el joven que estaba tan cerca del reino de Dios, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
¡Qué sorprendente! Nadie puede quedarse a la mitad del proceso de salvación y tranquilizarse pensándose salvo. El joven rico, era una buena persona. Se esforzaba por guardar la ley, pero no era salvo. No pudo dar el último paso…
¿Qué pecado te impide entregarte a Cristo, tomar tu cruz y seguirle? Nada es comparable a la vida eterna que Dios otorga a los que reciben a Cristo. No te quedes fuera.
Si te pone triste y te asusta dejar ciertas cosas que para tí significan todo, díselo al Señor y pídele fuerzas para sacrificarlas en el altar de la cruz, y recibe a Cristo como tu salvador De esa decisión jamás te arrepentirás!
Pensamientos para reflexionar