“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos… Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:1-4)
“El evangelio… es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16)
El mensaje del evangelio es como una semilla que se siembra en las almas. (Lucas 8:11) Esto es cuando se predica” la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13) Cuando, por atraer a las almas, se presenta “un evangelio de prosperidad”, o un evangelio que le hace sentir al hombre que Dios existe para él y que vive para él, se está sembrando otra semilla. Esa semilla, podrá producir algún cambio exterior, pero no la vida eterna. Dios no existe para el hombre, sino que el hombre existe para Dios. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas” (Romanos 11:36)
Lógicamente, Dios se ocupa de sus criaturas y los bendice, pero no porque el hombre sea el centro, sino porque tiene un propósito eterno para los hombres, en Cristo. Debido a eso es que envió a su Hijo desde los cielos para salvar a los pecadores.
Habiendo consumado nuestra salvación, Dios manda a que se predique el evangelio. Él trabaja el corazón de los hombres para que vean el estado en el que se encuentran a causa del pecado, y redargüidos por el Espíritu Santo y por la Palabra de vida, los hace sentir perdidos, para presentarles la Salvación que tan solamente se encuentra en Jesucristo.
Creer en Cristo y recibirlo por fe como salvador es lo que otorga la salvación. (Juan 1:12)
Pensamientos para reflexionar