
“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis” (1 Tesalonicenses 4:11)
“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1)
Reunirnos entre creyentes, y que todos puedan participar aportando algo es una gran bendición, pero tenemos que ser conducidos por el Espíritu para aportar lo conveniente.
En una ocasión, Eliseo se juntó con los hijos de los profetas, y mando preparar una olla grande para hacer potaje. Alguien aportó unas calabazas silvestres, las cuales puso en la olla. Pero cuando sirvieron la comida, alguien exclamó: “¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer” Sin darse cuenta, había traído un alimento nocivo. Eliseo, prontamente dijo: “Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla” (2 Reyes 4: 40,41)
Esto nos deja una gran lección. No todo lo que se aporta es bueno para alimentar al pueblo de Dios. Siempre puede haber alguien que presente algo que no sea de bendición. El alimento fue bueno luego que se echó harina en la olla. ¡Hermosa figura de Cristo!
Él es el grano de trigo que dio su vida para llevar mucho fruto. (Juan 12:24)
La harina es lo que se obtiene al desmenuzar el grano de trigo, lo cual es equivalente a escudriñar la obra de nuestro Señor y todo cuanto nos habla de él.
Quien quiera aportar algo para la edificación, siempre deberá hacerlo trayendo algo que nos hable de Cristo.
Pensamientos para reflexionar