“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:1,2)
Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39)
Dios nos habla por medio de su Palabra. He aquí algunos consejos simples para quienes leen la Biblia.
Primeramente, ore antes de abrir su Biblia para poder interpretar correctamente lo que Dios le diga. “Entonces (Jesús) les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lucas 24.45)
Lea primeramente todo el párrafo, pasaje o capítulo que desee meditar, para tener una idea general de lo que se trata y luego deténgase en cada detalle.
Ubíquese en el contexto, el tiempo y en la circunstancia en la cual se encuentra el relato, ayudándose con un diccionario bíblico, atlas o algún comentario sano doctrinalmente sobre el tema, para sacar una mayor enseñanza.
Siempre tenga a mano una lapicera y donde escribir para tomar nota de lo que va aprendiendo. No se desaliente ante las cosas que no entienda. Anote lo que no comprendió para poder luego preguntarlo o hacer un estudio exhaustivo sobre ese tema.
Busque siempre en lo leído lo que le haga ver algo del Señor Jesús. La Palabra da testimonio de él. (Juan 5:39) A veces, directamente, otras en figura, otras por contraste, pero siempre nos habla de él.
Busque si en lo meditado hay alguna promesa que aprender o recordar. Algún mandamiento para cumplir, alguna revelación profética. Y por sobre todas las cosas, cómo puede aplicar lo leído a su vida.
Haciéndolo así, sacará un mayor provecho espiritual.
Pensamientos para reflexionar