
Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15,16)
“Cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12)
La salvación se alcanza por la entrega al salvador en respuesta al mensaje del evangelio. Sin embargo, a muchos, nunca se lo han explicado. Hay quienes viven confiados y hablan de su relación con Dios, pero basada, en que ahora “están en un nuevo camino”. Cuando se les pregunta: ¿Cómo es eso de estar en nuevo camino? Ellos responden que ahora, asisten a alguna “iglesia”, que oran, y que comenzaron a leer la Biblia. Estas son cosas hermosas, pero ¡cuidado! Eso no es haber aceptado a Cristo.
Esas cosas, pueden significar mucho en la vida de una persona, o no significar nada por estar carentes de Dios. ¿Por qué? Porque asistir a las reuniones, orar, leer la Biblia, son cosas importantes y buenas que Dios pide que los creyentes hagan, pero, que no le exige a los inconversos, y menos aún como medio para adquirir la Salvación, porque orar, leer la Biblia… no son cosas que den la salvación ni que la garanticen.
El Señor Jesús les enseñó a los suyos a pedirle al Padre en su Nombre (Juan 16:23,24) y en su Palabra nos dice: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17) “No dejando de congregarnos” (Hebreos 10:25) etc. Pero al que se encuentra aún muerto en sus delitos y pecados, le dice: “Arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15) “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31)
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar