
“Y Señor… envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor… y no hubo ya remedio” (2 Crónicas 36:15,16)
Dios nos habla al corazón por medio de su Palabra, para que recibamos a Cristo como salvador.
Nos dice: “Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa… recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada” (Hebreos 6:7,8)
Este pasaje, nos muestra lo que le acontece al hombre que recibe el mensaje de la Palabra de Dios.
La lluvia, es una figura de las bendiciones que descienden sobre nosotros. La tierra, figurativamente representa a nuestro corazón. La hierba provechosa, a los frutos que produce Dios por medio de su Palabra; y los cardos y espinos, prefiguran al fruto que naturalmente brota a causa del pecado (Génesis 3:18)
Con esto, se nos enseña que quienes tienen la bendición de recibir cotidianamente la Palabra de Dios, se manifiestan de dos maneras: Se convierten y se ve en ellos la obra de Dios y sus frutos, o sus corazones siguen sin transformación y brota en ellos lo que naturalmente proviene del pecado y la carne.
Quienes se convierten, reciben la bendición de Dios. Los demás están reprobados. Su fin será el fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41)
Por eso, “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7)
Pensamientos para reflexionar