“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 Pedro 1.3,4)
“Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia” (Eclesiastés 8:12)
El Espíritu Santo, nos hace ver en este versículo que Dios tendrá un cuidado especial para con los suyos que desean “reverenciar su nombre” (Nehemías 1:11) a pesar de que por el momento, no lo veamos como quisiéramos verlo
Los pecadores, pueden “florecer como laurel verde” (Salmo 37:5) pero esto no debe ocuparnos, pues ellos, ya tendrán su parte, lo cual comprenderemos, entrando en la presencia de Dios. Como lo experimentó Asaf en el Salmo 73
Debemos tener presente que, no todo lo que al mundo le parece una bendición, lo es verdaderamente. “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22) Esa es la bendición que necesitamos.
Ante estas consideraciones, debemos preguntarnos: ¿Qué entendemos por bien? ¿Qué cosas consideramos como una bendición de parte de Dios para nosotros?
Muchos creyentes viven esperando que Dios los bendiga, conteste sus oraciones etc. Cuando Dios ya lo hizo, pero ellos no lo notaron, porque esperaban ser bendecidos y prosperados según el mundo
La prosperidad de Dios es mucho más que eso. “Pues tiene promesa para esta vida presente, y para la venidera” (1 Timoteo 4:8)
Pensamientos para reflexionar