“Jesús dijo: De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna… Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Juan 6:47, 53-54)
Como hemos visto, no todos reciben el mensaje del evangelio con una fe genuina. No todos reciben la palabra con mansedumbre la cual es poderosa para salvar las almas. (Santiago 1:21) Por eso no todos se convierten y cambian.
En cuanto a cómo estar seguro de haber creído verdaderamente para ser salvo, es sencillo, pues se debe haber creído en Cristo en respuesta al mensaje del evangelio, ya que en ningún otro hay salvación (Hechos 4:12)
La Biblia enseña que lo primero que experimenta el hombre que es colocado ante la luz de Dios por el Espíritu Santo para que se vea a sí mismo, proceda al arrepentimiento y crea en Cristo, no es gozo, sino temor, miedo…
Esto lo vemos por primera vez en (Génesis 3:10) Adán, luego de haber pecado, tuvo miedo delante de Dios.
Lo vemos también en aquellos judíos a los cuales Pedro los confrontó con su pecado. Ellos se compungieron de corazón y dijeron: Varones hermanos ¿qué haremos? (Hechos 2:37) O en el carcelero de Filipos, cuando exclamó: “Qué debo hacer para ser salvo” (Hechos 16.31)
Hay quienes dicen ser de Cristo, pero nunca sintieron ese temor, ni la angustia por estar perdidos. Hay quienes dicen ser cristianos y nunca experimentaron arrepentimiento.
Los verdaderos cristianos, han experimentado todo eso, han recibido de parte de Dios la buena noticia de salvación en Cristo y creyeron en él como Salvador.
Pensamientos para reflexionar