
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16)
Hablar con las personas de temas espirituales generalmente se hace difícil, pues nadie quiere que lo cargoseen con temas religiosos. Con todo y con eso, muchas personas se prestan a conversar, y cuando escuchan que quien les habla, le habla de Dios, de Cristo y la Biblia sin hacer proselitismo religioso, muchas veces están de acuerdo, cosa que, lógicamente, nos pone contentos. Porque no hay nada que llene más de satisfacción a un hijo de Dios que hablar de Jesucristo. Sin embargo, no debemos confundirnos. Esas personas, aún necesitan el trabajo del Espíritu Santo y la acción de la Palabra en ellos, para reconocerse pecadores y sentirse perdidos. Pues, cuando uno conversa con la gente, generalmente, no los confronta con su pecado, sino que muchas veces les habla del amor de Dios y la obra de Cristo, etc. Pero para que las personas sean salvas, necesitan ser convencidas de pecado.
Si la semilla que utilizamos para sembrar no es la semilla del evangelio puro, podrá haber frutos, pero no serán los frutos de vida eterna, sino otros frutos, como los que hoy se ven en un mundo que dice conocer a Dios, pero que con los hechos lo niegan.
Necesitamos predicar las buenas nuevas de salvación verdaderamente, la cual presenta al hombre como pecador perdido y a Cristo como el salvador quien dio su vida en la cruz por nuestros pecados.
Pensamientos para reflexionar