“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28,29)
“Porque no es este el lugar de reposo, pues está contaminado, corrompido grandemente” (Miqueas 2:10)
Hay quienes se preguntan, ¿por qué, si Dios es amor, la gente sufre sobre la tierra?
Lo que podemos decir fehacientemente, es que Dios, no quiere que la gente sufra y se pierda. Es más, que no hizo al hombre para que este sufriera, sino para que viviera feliz en su comunión. Lamentablemente, el hombre le falló a Dios, y pecó, introduciendo de esa manera el pecado en el mundo. De allí en más todo se vio trastornado
Todos sufrimos directa o indirectamente a causa del pecado. Decimos directa o indirectamente, porque evidentemente, muchas veces sucede que, lo que padecemos es consecuencia directa de cosas que hicimos mal: Malas decisiones tomadas, pecados por los cuales debemos responsabilizarnos, enfermedades que podíamos haber evitado, etc. Pero otras no, pues son cosas que suceden naturalmente sobre la tierra sin que tengamos directamente la culpa.
Dios, que no quiere vernos sufrir, ha preparado algo mejor para los que creen : “cielos nuevos y tierra nueva donde more la justicia” (2 Pedro 3:13) Pero mientras tanto, el Señor nos invita a ir a él con nuestras cargas para que descansemos y llevemos su yugo sobre nosotros, encontrando el descanso para nuestras almas (Mateo 11:29) Un yugo que hubiera sido bueno llevarlo desde nuestra juventud y que nos hubiera evitado muchas aflicciones (Lamentaciones 3:27) pero que nunca es tarde tomar para la felicidad terrena y la dicha eterna.
Pensamientos para reflexionar