POR NOSOTROS, Y CONTRA MÍ

“Amados… me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Porque algunos hombres han entrado encubiertamente… hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1:3,4)


En una ocasión los discípulos del Señor encontraron a alguien que echaba fuera demonios en su nombre, y se lo prohibieron porque no seguía con ellos. El Señor les dijo: “No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. (Lucas 9:50)

Más adelante, Jesús encontró a quienes desestimaban su obra y atribuían ese poder que no podían negar, al príncipe de las tinieblas. Y el Señor dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Lucas 11:23)

Aquí se ven delineados claramente, dos principios  que debemos tener presentes.

Cuando se trata del servicio, no debemos tener un espíritu sectario, sino gozarnos en que la obra de Dios se lleve a cabo en la tierra, aunque, muchas veces, quienes trabajen activamente no sean aquellos hermanos de nuestro círculo de comunión inmediata.

Sin embargo, cuando se trata de la doctrina de Cristo, de su persona y su obra perfecta, no podemos ser imparciales y dejar que se diga cualquier cosa. La doctrina de Cristo es sagrada.

Quienes presentan doctrinas falsas en cuanto a Cristo y le restan eficacia a su obra, no recogen, desparraman. No hacen la obra de Dios, sino la del diablo, quien se opone siempre a la verdad y que nunca es tan poderoso, como cuando se presenta con una Biblia en la mano.


Pensamientos para reflexionar

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