“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10)
“Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” (Proverbios 20:6)
“Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7)
En fotografía se asume que hay quienes son fotogénicos y quienes no. Esto quiere decir que hay personas que al fotografiarlas dan una buena impresión fotográfica y otras que no tanto, aunque al verlas al natural, con sus expresiones y su simpatía reflejen una belleza inusual. No se trata simplemente de saber posar ante una cámara, sino de algo más que es difícil explicar. Pues, la fotografía toma un conjunto de elementos que combinados hacen que alguien sea fotogénico y otros no, Y hay muchos factores que obran en conjunto que luego la imagen refleja superando muchas veces lo que se ve en persona.
Esto nos hace pensar en algo similar que sucede ante Dios.
Ante Dios hay personas que dan mejor impresión que otras, pero Dios no se guía por eso. Él ama la verdad en lo íntimo (Salmo 51:6) Y conoce los corazones, y ve quien realmente tiene y es lo que refleja, no dejándose llevar por las apariencias, pues la belleza verdadera es la que nace en el interior.
El cristiano, que vive con la mirada fija en su Salvador, va transformándose para el agrado de Dios, de gloria en gloria a su imagen. (2 Corintios 3:18). Aunque, para las demás personas esa belleza no sea apreciada. Pues así sucedió con Cristo (Isaías 53:2) a pesar de haber sido el más hermoso de los hijos de los hombres. (Salmo 45:2)
Pensamientos para reflexionar