MOISÉS, UN SIERVO DE DIOS

“Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión” (Éxodo 4:25,26)


De Moisés se dice que “fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo” (Hebreos 3:5) Sin embargo, como todo siervo, tuvo que aprender muchas cosas para ser un obrero aprobado (2 Timoteo 2:15)

Dios se le apareció en una llama de fuego en medio de una zarza; le explicó los propósitos que tenía para con él y su pueblo, le manifestó su poder y lo comisionó.

Sin embargo, en una posada, cuando regresaba a Egipto, Jehová le salió al encuentro y quiso matarlo. No sabemos de qué manera sucedió eso. Quizás, fue a través de una enfermedad, o algo sorprendente que Séfora pudiera haber discernido.

Todo aquel que quiera servir al Señor debe recordar que servir se sirve en obediencia. Hay que tener un corazón ocupado en la gloria de Dios y estar en condiciones.

Moisés no había circuncidado a su hijo tal como lo había ordenado el Señor. Por lo que se entrevé, fue Séfora, su mujer que no había querido llevar a cabo tal corte en su hijo, pero, ahora, yendo adelante para servir al Señor, todas esas cosas tuvieron que ponerse en orden.

Hay muchas cosas que nos podrían impedir el servicio y que debemos quitar. Como pasó con Moisés, todos tenemos cosas  que debemos solucionar en lo íntimo.

Tengamos siempre presente: Detrás de cada paso en obediencia, hay una bendición. Obedezcamos a Dios.


Pensamientos para reflexionar

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