“La gran ciudad santa de Jerusalén… No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:10 y 27)
Dios, en su Palabra, bajo el símbolo de un libro, nos hace comprender como registra y lleva el control de todo.
Apocalipsis, describe el juicio final ante el Gran Trono Blanco, y allí, se mencionan libros. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras… Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:12 y 15)
¡Qué escena terrible! Seres, que después de muertos, se presentan ante Dios para juicio condenatorio. Cumpliéndose lo dicho: “que mueran una vez, y después el juicio” (Hebreos 9:27)
El ser juzgados por sus obras, no es para saber si se salvarán, pues, el Trono Blanco es para los que rechazaron la gracia y están perdidos.
Allí serán juzgados para recibir la retribución por sus obras. Y, se abrirá otro libro: El de la vida, mostrando que allí no están inscritos por haber rechazado el amor de Dios.
Para los que reciben a Cristo como Salvador, es distinto. Jesús dijo: “No vendrán a condenación <juicio condenatorio>” (Juan 5:24)
Quienes recibieron a Cristo, están anotados en el libro de la vida.
Pensamientos para reflexionar