“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (1 Pedro 1:17)
“Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo” (2 Juan 1:8)
El Señor Jesús dijo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Juan 6:27) Esto es un principio general. “La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido” (Lucas 12:23) ¡Qué triste es perder nuestro tiempo y nuestra vida como cristianos, ocupados en cosas que no permanecen en la esfera de la vida eterna!
La gente en esta vida trabaja, se esfuerza y sacrifica por cosas que finalmente quedarán en la tierra. La parábola del mayordomo infiel (Lucas 16) nos enseña a pensar en aquellas cosas que a vida eterna permanecen, para que obremos pensando en las bendiciones que nos esperarán en los cielos.
Habrá quienes serán salvos como por fuego (1 Corintios 3:15) Como pasando a través del fuego, sin nada. Todo cuanto hayan tenido en estima, reconocimiento, etc. lo perderán, quedándoles sólo la gracia de Dios que les dará entrada por haber creído en Jesucristo, pero perdiendo toda recompensa.
Ahora es el momento de trabajar y ocuparnos en lo que realmente vale la pena, eso es lo que tiene repercusión en los cielos. Es solemne pensarlo y no podemos dejar de decirlo: Muchas de las cosas en las que gastamos tiempo y dinero, no tienen ningún beneficio espiritual ni nos acarrearán en los cielos corona alguna, sino, por el contrario, nos hacen tropezar en la fe.
Pensamientos para reflexionar