
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4)
“Mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10)
Gedeón debía ir a la batalla con un ejército decidido que confiara solamente en el poder de Dios para no enaltecerse frente a la victoria. Ese ejército fue reducido de treinta y dos mil hombres a diez mil, los cuales todavía eran muchos según la apreciación de Dios, por lo cual Dios le dijo: “llévalos a las aguas, y allí te los probaré” (Jueces 9:1:7)
Dios los probó ante las aguas, y ante la aguas nos prueba.
Frente el refrigerio de las aguas, algunos pocos se inclinaron y tomaron el agua en la palma de sus manos y la lamieron, otros doblaron sus rodillas y se inclinaron a sus anchas para beber. Dios mando que fueran apartados para ir a la batalla, aquellos que ante estas fuentes terrenales de bendición no doblaron sus rodillas, sino que tomaron de ella discretamente para seguir adelante en su misión.
Todos estamos frente a cosas que son genuinas, como aquellas aguas de refrigerio. Dios nos ha concedido “las fuentes de arriba y las de abajo” (Jueces 1:15) lo cual nos hace pensar en bendiciones celestiales y terrenales, pero debemos tomar de ellas con gratitud, en su justa medida. No doblar nuestras rodillas, en el sentido espiritual, ante estas bendiciones que tenemos sobre la tierra, como cosas ante las cuales nos rendimos, olvidando que estamos sobre esta tierra para servir al Dios vivo.
Pensamientos para reflexionar