
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28)
En tiempos como los que vivimos, donde se defienden tremendamente las supuestas libertades del hombre, se deshecha todo aquello que al hombre lo hace sentir restringido.
En este sentido, el hombre natural se siente molesto ante el término: “Temor a Dios”. Razona y discute, porque no entiende como Dios que es amor quiere que el hombre le tema. Argumenta que el hombre, quiere que sus hijos lo amen, no que le teman y cosas por el estilo.
Esos razonamientos son incorrectos y solo manifiestan la limitación de sus pensamientos y el rechazo que sienten hacia la soberanía de Dios.
Dios es el único soberano y quien establece y dice como son las cosas.
Dios es amor (1 Juan 4:8) Pero también es fuego consumidor (Hebreos 12:29)
Todos debemos temer a Dios porque Dios nos hizo y nos mantiene con vida y es además ante quien deberemos rendir cuentas. El Señor Jesús dijo: “os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed” (Lucas 12:5)
Pero, temor, no solamente significa miedo al castigo, sino que va mucho más allá. Es también temor de hacer algo desagradable a los ojos de quien tanto amamos. Es temor reverencial, es una manifestación de amor y de respeto que solo quienes conocen a Dios pueden comprender.
Pensamientos para reflexionar