
“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” (1 Tesalonicenses 2:13)
“Y os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:9,10)
Algunas personas, asisten a las reuniones y están de acuerdo con lo que escuchan, pero no vemos que se conviertan ni que se manifieste en ellos un nuevo nacimiento espiritual. Uno muchas veces nota que se conforman creyendo que han aceptado a Jesús como salvador, pero, como quien recibe una semilla que irá germinando de a poco, y en un momento determinado cambiará sus vidas. De momento siguen viviendo como vivieron siempre, pero imaginan que gradualmente las cosas irán cambiando y con eso se tranquilizan
¡Cuidado! Eso es un engaño. La salvación no es gradual. La salvación se adquiere de una vez para siempre, desde el momento en el que se cree en el Señor Jesús como único y suficiente Salvador. Desde ese preciso momento, es sellado por Dios como propiedad suya por el Espíritu Santo (Efesios 1:13) Si, la persona sigue igual que antes, algo faltó, y por lo tanto aún no es salva.
Obviamente, el trabajo de Dios en un alma, para que la persona se sienta perdida, se arrepienta de sus pecados y crea en Jesucristo, lleva tiempo, pero cuando sucede, ya está, no hay gradualismo, se pasa de la muerte a la vida.
Pensar que es gradual es un engaño fatal, porque la gente se tranquiliza esperando que suceda algo como por decantación, que no sucederá, si antes no se reconocen pecadores perdidos y reciben a Cristo como Salvador.
Pensamientos para reflexionar