“Finalmente, si una persona pecare, o hiciere alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento de Jehová no se han de hacer, aun sin hacerlo a sabiendas, es culpable, y llevará su pecado” (Levítico 5:17)
“Y La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23)
“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos” (Ezequiel 33:11)
El ser humano está lleno de buenas intenciones, pero, lamentablemente, también de malas acciones y decisiones.
Muchos exclaman: ¡Yo sé que finalmente Dios verá que no quise obrar mal…! ¡Dios sabe que yo deseaba lo mejor…! O frases por el estilo, que no lo eximen de su responsabilidad, pues, Dios ha hablado, aconsejado y mandado por su Palabra lo conveniente, para que no quedemos a nuestro arbitrio, eligiendo lo que nos parezca mejor, sino que hagamos su voluntad. “Para que su temor esté delante de vosotros y no pequéis” (Éxodo 20:20) Pero el hombre desecha a Dios y a su palabra, y luego, sus pecados, solo manifiestan esa realidad.
Las buenas intenciones, el no haber querido equivocarse, o no haber imaginado llegar tan lejos, no bastan. El hombre es responsable de su pecado y por el pecado se paga.
“La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) y el hombre debe pagar con la muerte física y espiritual, sufriendo eterna condenación. Más Dios, en su amor, envió a su Hijo Unigénito desde los cielos para que pagara muriendo por nuestros pecados. Él murió por todos (2 Corintios 5:15- 1 Timoteo 2:6) Debido a eso su gracia es ofrecida a todos, pero solo se salvan los que creen en él, pues Jesucristo murió, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16)
¿Es Jesucristo tu salvador?
Pensamientos para reflexionar