“¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Corintios 14:15)
“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9)
Una vez que se acepta el mensaje de Salvación, las personas son salvas, pasan de la muerte espiritual a la vida, reciben el Espíritu Santo como sello que los marca como propiedad de Dios (Efesios 1:13) y son introducidos en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13) Por lo tanto, no necesitan pedir que venga sobre ellos el Espíritu Santo, ni ser bautizados por el Espíritu.
Así como no necesitamos pedir esas cosas, tampoco necesitamos pedir cosas que tenemos ahora que estamos en Cristo. Porque la Biblia declara: “Y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2:10)
Estar en Cristo concede cosas que los santos del Antiguo Testamento no tuvieron. Dios estuvo con ellos, pero no en ellos. Si estamos en Cristo y en él lo tenemos todo, no necesitamos pedir, por ejemplo, que Dios nos perdone, porque ya hemos sido perdonados (Colosenses 2:13) No podemos pedir que nos de paz, porque él es nuestra paz. Y nos dejó su paz. (Efesios 2:14, Juan 14:27)
No es necesario pedir que nos ayude a no desear lo pecaminoso, porque esto ya lo hizo dándonos una nueva naturaleza que aborrece lo malo. Por lo tanto, lo que debemos hacer es agradecerle y pedirle buen entendimiento “para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12) Y como hijos de Dios, andar en el Espíritu para no satisfacer los deseos de la carne.
Pensamientos para reflexionar