¿PEDIR PERDÓN POR NUESTROS PECADOS O CONFESARLOS? (Parte 1)

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 2:1,2)

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)


¿Por qué algunos cristianos dicen que cuándo un creyente peca, no necesita pedir perdón, sino confesar su pecado?

Porque la Biblia enseña que por medio de Jesucristo, al creyente le han sido perdonados “todos los pecados” (Colosenses 2:13) Es decir, los pecados pasados que ha cometido y los pecados futuros que pudiera cometer; y que, si peca accidentalmente, debe reconocerlo y confesarlo ante Dios, sino ese pecado, no confesado, interrumpe su comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

No es que, si peca, se encuentra nuevamente perdido como cuando no conocía a Dios, y amontona ascuas de fuego sobre su cabeza, e ira para el día de la ira, (Romanos 2:5) como le sucede a los inconversos por la dureza de su corazón. No, el creyente está en otra posición, ha sido recibido en Cristo y justificado pues por la fe. Por lo tanto, el pecado que pudiera cometer, no lo coloca en la condenación eterna, sino que interrumpe su comunión.

Tendría que volver a pedir perdón cada vez, si solo se le hubiese perdonado hasta el momento de su conversión, pero la Biblia enseña otra cosa. Muestra que Cristo fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5.21) y que recibió el castigo que merecía el pecado, sufriendo no solamente por lo que hemos hecho, sino por todo lo que el pecado pudiera llegar a producir en nosotros.


Pensamientos para reflexionar

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