“Jesús dijo: Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24)
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7)
La Biblia nos enseña a orar. Los hijos de Dios, podemos orar con plena libertad. Sin embargo, el que tengamos este privilegio, no obliga a Dios a hacer cualquier cosa cuando oramos, como le sucedió a Herodes cuando le dijo a la hija de Herodías “Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré” (Marcos 6:23) y luego se vio sorprendido cuando le pidieron la cabeza de Juan el bautista.
El Señor Jesús nos enseñó a pedir como conviene. Jesús dijo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7) “Y… si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14) Se sobreentiende que, permaneciendo en el Señor, jamás pediríamos cosas contrarias a su voluntad
Aunque parezca obvio, es importante cuando oramos, no pedir cosas que ya nos han sido dadas.
Por ejemplo, algunos, siendo salvos, piden que Dios les envíe el Espíritu Santo, o que Dios los bautice con el Espíritu Santo.
Si somos sus hijos, estas cosas ya las tenemos y no es necesario pedirlas. Dios las había prometido en otro tiempo, y las cumplió enviando el Espíritu Santo a morar en los creyentes, cuando el día de Pentecostés (Hechos cap.2) Derramó su Espíritu, y bautizó (sumergió) a todos los creyentes en un cuerpo, formando desde ese momento la Iglesia de Cristo.
Continuará.
Pensamientos para reflexionar