“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían” (Nahún 1:7)
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:7)
“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud” (Lamentaciones 3:27)
Así como David, un joven de fe, no pudo salir a la batalla con la armadura ni las armas de Saúl (1 Samuel 17:38.39) También el hombre sin fe, se verá impedido de salir a batallar con la armadura de David que es la armadura de la fe. Y podríamos decir más aún: Todo creyente, que no haya vivido una vida cristiana normal, que no se haya congregado ni actuado por fe como corresponde a un hijo de Dios, tampoco podrá. Y cuando se enfrente a situaciones difíciles, ya sea en su vejez o cuando lleguen esos días malos en que el alma no encuentra contentamiento, tendrá un gran ejercicio espiritual, pues tendrá que colocarse una coraza de fe que jamás practicó.
Esta es una realidad cruda y solemne, pero no irreversible. Para un hijo de Dios, por la fe en Cristo Jesús (Gálatas 3:26) Es decir, para los verdaderos cristianos, nunca será tarde para volcar el corazón ante Dios en reconocimiento, confesión y arrepentimiento y de esa manera hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:16) Allí gustará lo que experimenta la fe plenamente, aunque al principio le cueste y busque apoyarse en el brazo de carne como dice la Escritura (Jeremías 17:5) y a pesar de que, cuando quiera vivir solamente por fe, diga que le cuesta como dijo David ante la coraza carnal de Saúl, “porque nunca lo practicó.
Pensamientos para reflexionar