(Leer 2 Reyes cap. 22)
Dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. (Isaías 66:2)
“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13)
Josías fue un rey piadoso del cual podemos tomar ejemplo ya que desde jovencito, hizo lo recto ante los ojos de Jehová y llevó al pueblo a buscar a Dios y adorarle. Bajo su reinado, mientras arreglaban la Casa de Dios, encontraron el libro de la ley, el cual valoró tremendamente y oyendo lo que el libro decía, se quebró ante la Palabra de Dios, de manera tal que Dios dijo acerca de él: “Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová….” (2 Reyes 22:18,19) Prometiéndole que no vería todo el mal que vendría sobre aquel lugar a causa de haber pecado contra Dios.
¡Qué maravilloso! ¡Cuánto quisiéramos que esto mismo les sucediera a todos aquellos que les compartimos la Palabra de Dios! Qué todos aquellos a quienes los ponemos en contacto con la Palabra de Dios, tuvieran la misma reacción. La oyeran, la creyeran y se enternecieran, humillándose y arrepintiéndose delante del Señor.
Hoy, Dios sigue viendo de la misma manera la actitud de corazón de todos aquellos que comienzan a leer su Palabra y procura salvarlos y hacerles bien.
Por eso, alentamos a todos los lectores a rendirse ante la Palabra de Dios, para recibir a Cristo como salvador y comenzar una nueva vida.
Pensamientos para reflexionar