
“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2:1,2)
“Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; más
para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:22-24)
El apóstol era un erudito en las cosas de Dios y podría haber cautivado Grecia hablando de muchas cosas, pero tal como les dice a los Corintios, “me propuse no saber entre vosotros cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado” (1 Corintios 2:2) Los griegos estaban deseosos de escuchar cosas nuevas, de disipar dudas, etc. Pero Pablo les presentó a Jesucristo crucificado.
Esa actitud tan inteligente, nos enseña a conducirnos. Muchas veces somos tentados a hablarles a las personas sin Cristo de cosas bíblicas que no tienen la capacidad de comprender y asimilar, y que solo sirven para discusiones, en lugar de hablarles de Cristo y éste crucificado. Muchas veces hablamos con las personas que no sabemos si han pasado de muerte a vida de doctrinas bíblicas y de santidad, olvidando, quien no tiene la vida, chocará irremediablemente contra todo precepto puro por naturaleza. Debemos tener siempre presente que, para los creyentes, esos mandamientos no son gravosos, (1 Juan 5:3) no son penosos de cumplir, pues el creyente desea cumplirlos, pero no así quien no tuvo un nuevo nacimiento espiritual. Por eso, a las personas, no debemos hablarle de ciertas cuestiones, ni tratar de cambiarlos de religión enseñándoles verdades bíblicas, sino, predicarles a Jesucristo crucificado, y luego sí, una vez que se conviertan, podremos enseñarle que guarden todas las cosas que el Señor nos mandó.
Recuerda, sal y predica a Cristo.
Pensamientos para reflexionar