“Dios … ama la verdad en lo íntimo” (Salmo 51:6)
“Sométase toda persona a las autoridades superiores… Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia” (Romanos 13:1 y 5)
“No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios” (Efesios 6:6)
El anillo de Giges, es una historia que cuenta acerca de un pastor que había encontrado un anillo mágico que cuando lo giraba en su dedo lo hacía invisible. Y que, debido a eso, aquel humilde pastor, había logrado seducir a la reina, matar al rey y apoderarse del reino.
Glaucón filósofo griego (400 AC) hermano de Platón, reflexionando sobre el tema, presentaba su teoría de que todas las personas son injustas por naturaleza. Sólo son justas por miedo al castigo de la ley o para obtener algún beneficio por ese buen comportamiento. Pero, si pudieran hacerse invisibles a la ley, y no ser castigados, serían siempre injustos conformes a su naturaleza.
La Biblia, mucho más certera que aquellos pensamientos filosóficos, declara que el hombre es pecador e injusto por naturaleza. “No hay justo, ni aun uno…Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12)
El hombre, como se decía, puede limitarse a hacer el mal por miedo al castigo, a la condena social, al temor a las represalias, etc. pero eso no quita que, en su interior, sienten los deseos de hacer cosas que Dios condena por ser injustas. Por eso, el hombre no tiene mejora. Sólo cambia cuando se convierte. Cuando recibe a Cristo. Cuando Dios cambia su corazón y lo hace una persona nueva en Cristo Jesús.
Pensamientos para reflexionar