ANA, LA MADRE DE SAMUEL

Ana respondió diciendo: he derramado mi alma delante de Jehová… Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella (1 Samuel 1:15-18)


Ana, la madre de Samuel era estéril. Su esposo se llamaba Elcana y era levita. Elcana tenía dos esposas. Una era Ana, la otra se llamaba Penina.

Penina entristecía a Ana, la irritaba y se burlaba de ella, porque no podía tener hijos. En esta aflicción se encontraba Ana, cuando tomó la mejor decisión. Volcar su corazón ante Dios presentándole su petición. Y lo hizo de una manera especial: “ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza “(1 Samuel 1:10,11)

Siempre hay una respuesta maravillosa de parte Dios, cuando lo que pedimos es para la gloria de Dios. A Ana no se le tuvo que decir que pedía mal para gastar en vuestros deleites (Santiago 4:3) Ella pidió, y Dios le concedió el deseo de su corazón con creces.

Ana derramó su corazón en oración y se fue, y no estuvo más triste.

Dios responde siempre en su gracia, mucho más abundantemente de lo que pedimos y entendemos (Efesios 3:20) La fe descansa confiadamente y lo espera todo de él.


Pensamientos para reflexionar

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