
(Leer Génesis 22:1 al 18)
“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3)
“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos” (Génesis 22:1,2 y 6)
La Biblia nos cuenta el momento cuando Dios dijo a Abraham: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:2) Abraham obedeció sin preguntar nada, a pesar que todos su planes y esperanza se basaban en el hijo amado. Es notable ver la fe de aquel hombre. Podría haber argumentado muchas cosas y preguntar si estaba oyendo bien lo que Dios decía. Podría haber pensado que ese pedido no podía proceder de Dios y negarse, como muchas veces hacen las personas cuando no estiman conveniente lo que Dios les pide. Sin embargo, Abraham, no dudó y marchó para el sitio del sacrificio junto con su hijo. E “Iban ambos juntos” Padre e hijo en el mismo sentir.
El hijo sujeto al Padre y obediente en todo, marcha y pregunta: Tenemos todo: El fuego, la leña…, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? A lo que el Padre responde: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto”
¡Qué escena maravillosa! El Padre y el hijo de su corazón van juntos al lugar donde el hijo debe ser ofrecido. Esto nos hace pensar en lo que nos dice el mensaje del evangelio: El Padre no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. (Romanos 8:32)
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar