
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría” (Colosenses 3:16)
Porque “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16)
Una de las principales armas del creyente, es la espada del Espíritu. Es decir: La Biblia.
Del Señor Jesús solemos cantar. “Tú solo de la voluntad sagrada pudiste proseguir la senda estrecha. Armado con tu penetrante espada, tú solo hiciste frente ante la brecha” Y esto es algo maravilloso que debemos imitar.
Todo el mundo tiene su propia apreciación de las cosas, sus propios pensamientos e interpretación, pero cuando se trata de las cosas de Dios, no debemos buscar lo que piensan los hombres, sino lo que dice Dios al respecto. Por eso, para que algo tenga valor debe fundamentarse con la Palabra. Debemos acostumbrarnos a hablar más con las Escrituras, fundamentando todo lo que decimos a través de ella.
Así, por ejemplo, cuando alguien dijere: ¿Por qué está mal que tome venganza? Le diremos: Porque Dios dice: No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (Romanos 12:19) En cada circunstancia deberíamos obrar así. Los creyentes, no debemos decir: Yo creo, yo pienso, etc. Sino fundamentar las cosas con las Escrituras. Eso da seguridad y pone fin a las discusiones, pues es como discutir una medida pero recurriendo al metro. Permitiendo que todos puedan constatarlo, pues como la Palabra no es de interpretación privada, todos podrán reconocer cual es el pensamiento de Dios al respecto.
Pensamientos para reflexionar