Todos los escritos
Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1 Corintios 4:7)
“Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Crónicas 29:14)
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1Corintios 4:1,2)
Pablo, se presenta junto a los demás apóstoles como servidores, como administradores de los misterios de Dios (1 Corintios 4:1) Sabiendo, que, como administradores, debían ser hallados fieles.
La función de administrador habla a nuestros corazones, pues todos somos, en alguna manera, a pesar de no serlo en el carácter de los apóstoles, administradores de las cosas de Dios.
Todo lo que tenemos pertenece a Dios. Dios lo confió en nuestras manos y debemos administrarlo fielmente. Esta es una gran responsabilidad, pero bien comprendía da tranquilidad. Por ejemplo: Uno sabe que, si tiene un auto, ese automóvil es de Dios, y nosotros, debemos cuidarlo y mantenerlo de la mejor manera, como si fuera un vehículo de nuestro jefe terrenal, o de la empresa a la cual pertenecemos, etc. Si conducimos un vehículo que no es nuestro, lo cuidamos de manera especial. Evitamos multas y si se descompone no nos desesperamos, sino que buscamos que lo reparen bien en tiempo y en forma confiando que eso se pagará. Si en ese vehículo debemos cargar mucho peso diariamente, no decimos nada, ni nos quejamos pues el dueño lo sabe, y para eso está. Bueno así, debemos actuar con nuestra movilidad, nuestra casa y todos nuestros bienes. Tenerlos dispuestos para el Señor, para su servicio y cuidar de ellos, descansando en la tranquilidad que nuestro Señor proveerá, usando las cosas con cuidado, pero sin mezquindad.
Pensamientos para reflexionar
