
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3)
La Biblia dice: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3)
Cada persona recibe de parte de Dios, talentos y cualidades particulares, y debemos reconocer, que para quienes se destacan en algo, es muy difícil estimar a los demás como superiores.
¿Cómo podemos cumplir entonces esta recomendación de la Palabra de Dios, sin caer en hipocresías o falsas modestias?
Dios no nos pide cosas imposibles, esto, sencillamente lo podremos hacer, cuando, despojados de toda carnalidad, sepamos ver en nuestros hermanos, la gracia de Dios que le ha sido dada.
Por ejemplo: Un creyente de años, ¿cómo podría estimar como superior a alguien que recién inicia el camino? Quizás, no lo pueda hacer por la antigüedad, pero sí, considerando su empeño por aprender, su perseverancia, sus actitudes positivas…
Al considerar a los demás, debemos siempre tratar de ver la gracia de Dios que le ha sido dada.
El Señor siempre dota a los suyos con algo especial, ese algo que muchas veces nos falta y nos hace darle gracias a Dios por haber dotado a los demás miembros, con cualidades que no solamente, son una bendición para quien la recibe, sino para todos los demás que nos beneficiamos con ello. “porque somos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:5)
Pensamientos para reflexionar