Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento (Hechos 28:30,31)
“Así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria” (1 Tesalonicenses 2:11,12)
La Biblia nos habla del reino de Dios o reino de los cielos, como lo menciona Mateo. Un reino espiritual. Una esfera donde se reconoce el señorío de Dios y se confiesa a Cristo. En la tierra hay muchos reinos, gobernados por hombres. Sin embargo, el reino de Dios no es contado entre ellos, pues como dijo el Señor, su reino no es de este mundo (Juan 18:36)
Si bien hay dos aspectos cuando se contempla al reino, la esfera externa y la interna, al reino de Dios verdaderamente, se entra por medio de un nuevo nacimiento espiritual. Jesús dijo “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… porque “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3 y 5) Los pertenecientes a ese reino, son llamados hijos de Dios, y tienen sus nombres anotados en el libro de la vida. (Filipenses 4:7)
Es muy importante recordar que el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19) Y que quienes no tienen a Cristo como salvador, no están dentro del reino de Dios, sino dentro del reino de las tinieblas que es un reino de oscuridad, dolor y perdición. Mientras que el reino de Dios es un reino de justicia paz y gozo en el Espíritu Santo, donde los que pertenecen a él tienen vida eterna. (Romanos 14:17)
Pensamientos para reflexionar