EL PORQUÉ Y EL PARA QUÉ DE LAS ESCRITURAS.

Jesús dijo: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39)

“Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo…” (Hebreos 10:15)

“El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz” (Juan 3:33)


La Biblia es la Palabra de Dios, la revelación de Dios de la cual los seres humanos teníamos una verdadera necesidad. Era necesario que Dios se revelara a sí mismo, porque las opiniones humanas, el razonamiento, la imaginación y la buena disposición para ahondar y descubrir cosas, son insuficientes para lograr tal conocimiento.

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1) ¡Eso es maravilloso! “Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Romanos 1:20) Pero, con todo y con eso, una obra fabulosa de ingeniería, no puede, por ejemplo, revelarnos el carácter moral y las cualidades espirituales del ingeniero que la creo. Así era necesario que Dios se revelara a sí mismo y nos dejara expresado su pensamiento.

Los cristianos sabemos que Dios se ha dado a conocer mediante la Palabra encarnada, Cristo. (Juan 1: 14) y mediante la Palabra escrita: La Biblia.

Además, sabemos que, así como había un porqué, para que Dios se revelara mediante su Palabra, hay una para qué, y que también se no dice. Porque las cosas escritas en la Biblia dan testimonio de Jesucristo (Juan 5:39) Y “Se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31)


Pensamientos para reflexionar

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