“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre… El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:9-11)
“Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación. Selah” (Salmo 68:19)
Un joven criticaba siempre a sus padres cuando estos agradecían a Dios por los alimentos. Un día, cuando los soldados alemanes invadieron Francia, el se encontraba en un pueblito cercano y no tuvo tiempo para escapar. Su único recurso fue esconderse debajo del piso de un granero y allí permaneció aterrado e inmóvil. Para su sorpresa, las tropas decidieron quedarse unos días allí para descansar y aprovisionarse.
Desde su escondite y en agonía se acordó de Dios. Clamó con todo su corazón y le abrió su corazón a Cristo. Allí, se arrepintió de haber criticado tanto a sus padres cuando estos agradecían el pan de cada día. Sintiendo hambre oró a Dios recordando el versículo que dice: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy…” (Mateo 6:11) Y Dios oyó su oración. En la oscuridad de su escondite, sintió ruido, y vio que había una hendija entre las tablas del piso. por donde podía sacar la mano. Tanteó y notó que había una gallina que había puesto un huevo. Tomó ese huevo y se lo comió bendiciendo a Dios. Y así siguió pasando dos veces por día. Siempre, cerca de la hendija una gallina se echaba para poner un huevo. Eso lo alimentó y lo mantuvo hasta que las tropas se fueron.
Luego de eso, aquel joven, ya nunca fue el mismo. Fue un cristiano fiel y agradecido de Dios.
Pensamientos para reflexionar