Todos los escritos
“Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jeremías 1:10)
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe” (Colosenses 2:7)
La edificación espiritual conlleva un trabajo arduo, pues hay muchas cosas que impiden la correcta edificación. Edificar a las personas espiritualmente implica desarraigar muchas cosas, destruir, derribar, para poder luego avanzar hacia arriba con la construcción.
El hombre cuando recibe el mensaje del evangelio debe responder aceptando a Cristo en el estado en que se encuentre. Luego, la aceptación por fe, de Cristo como salvador y su vinculación con él, le da la seguridad de su salvación y lo regenera completamente. Sin embargo, allí sucede como cuando se va edificar en un terreno donde hay árboles y restos de construcciones antiguas donde es necesario derribar muchas cosas, para poder llevar a cabo el proyecto. Quien se hace cargo de la edificación, debe limpiar el terreno, arrancar lo que se arraigó con el tiempo, derribar lo que se edificó anteriormente, y luego sí, edificar y plantar.
Esto, lo va haciendo el Espíritu de Dios, utilizando a los siervos de Jesucristo también, quienes, por medio de la Palabra, irán haciendo la obra. Ella tiene el poder y la fuerza para destrucción de fortalezas “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios” (2 Corintios 10:4,5) desarraigando todo lo que no haya plantado Dios (Mateo 15:13) Bases religiosas, pensamientos preconcebidos, costumbres, interpretaciones propias, etc. Para luego edificar y plantar dejando todo bien arraigado en la santísima fe (Colosenses 2:7, Judas 1:20)
Pensamientos para reflexionar
