
“¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?” (Jeremías 5:31)
Antiguamente, había un folleto evangelístico, titulado “El viejo predicador” que daba a entender, que a pesar del paso del tiempo, queda aún, un predicador muy antiguo, que sigue predicando tenazmente, de manera clara y evidente. Que visita a ricos y pobres, grandes y chicos, sanos y enfermos, cultos e incultos, creyentes o ateos… Que usa de púlpito todo lugar: Una iglesia, una escuela, la cárcel, la cama de un hospital, una fiesta, una sala velatoria, o el lugar que fuese. Es reconocido por todos, y nadie puede decir que no entiende su predicación, se llama: La muerte.
Verdaderamente, nadie puede negar que escuchó el mensaje de la muerte más de una vez. Diariamente vemos que mueren conocidos y seres queridos, y eso nos dice, que alguna vez nos tocará a nosotros.
La Biblia menciona a los descendientes de Adam, y al final de cada historia, dice: Y murió. (Génesis 5:5, 8, 11, 14, 17, 20, 27, 31)
Para la muerte hay que estar preparado. “Porque está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27) por eso Dios dice: “prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12)
Estar preparado, es haber recibido a Cristo como único y suficiente salvador. Dios lo atestigua diciendo: “Ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1)
Pensamientos para reflexionar