COMO EN TIEMPOS DE ACAB Y MICAÍAS

“Creed en el Señor vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Crónicas 20:20)


Acab el rey de Israel, era un hombre impío. Acab, se había emparentado con el rey Josafat que era un hombre piadoso.

Un día, Josafat se comprometió con Acab a acompañarlo a la batalla, pero antes de salir, preguntó: “¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el cual consultemos? El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías… mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal.” (1 Reyes 22:7,8)

Esta actitud impía de Acab, contiene el germen del mal que se ve en nuestros días.

Vivimos en tiempos, donde no se soporta la sana doctrina, y la gente amontona maestros, para que les hablen conforme a lo que quieren oír (2 Timoteo 4:3) Y cuando alguien pregunta: ¿Hay por aquí alguna congregación cristiana? Lamentablemente, no falta quien diga: Sí, pero allí son demasiado serios, estrechos en su modo de pensar. Nunca nos hablan cosas alentadoras… Esto es como decir: Nunca me profetizan bien.

Estas personas desean oír palabras alentadoras, no importa la situación espiritual en la que se encuentren. Palabras que nos los juzguen y que le inspiren confianza en sí mismos.

El mensaje del evangelio, es un mensaje alentador, pero, por el contrario,  no exalta al hombre, sino que le muestra su ruina y le ofrece la salvación en Cristo Jesús.


Pensamientos para reflexionar

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