Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. (1 Juan 4:15)
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él” (1 Juan 3:9)
El pecado no es algo que simplemente los hombres hacen, sino algo que tienen dentro y que se manifiesta en lo que viven constantemente. Por eso, no es que seamos pecadores porque pecamos, sino que pecamos, porque somos pecadores.
De la misma manera, cuando un alma recibe la gracia de Dios para salvación. Cuando cree y recibe a Cristo como su único y suficiente salvador personal, queda unido a Cristo y un espíritu es con él. (1 Corintios 6:7) Por lo tanto, ser cristiano, no es un título o etiqueta que se coloca cuando le conviene o cuando está entre sus pares. Es algo que se vive, porque Cristo es su vida y un cristiano, es una manifestación de Cristo, no una imitación.
Así lo enseña la Palabra de Dios. “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12) cualquiera de nosotros quizás hubiera escrito: Dios nos ha dado la salvación y esa salvación se encuentra en su Hijo, el que cree en el Hijo es salvo de toda condenación…” Lo cual es cierto, pero aquí se dice mucho más.
Así como el pecado se posesionó de nosotros, Cristo nos liberó y ahora está en nosotros. Él es nuestra vida.
Pensamientos para reflexionar