“Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las espaldas” (2 Crónicas 29:6)
“Porque no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír” (Zacarías 7:11)
Un predicador del evangelio, ejemplificaba el estado del hombre frente a Dios, graficándolo de la siguiente manera:
Cuando el hombre desobedeció, pecó y le dio la espalda a Dios. Así se apartó siguiendo un camino de muerte alejándose cada vez más y sufriendo las consecuencias de sus desvaríos. A la vez, Dios, que es santo y puro, en sentido figurado, le dio la espalda al hombre que huyó de su presencia no queriendo saber nada con él. Pero, por la obra de Cristo en la cruz y habiendo quedado satisfecho en su juicio, Dios se vuelve al hombre y lo manda a llamar para arrepentimiento y perdón de pecados, utilizando a los suyos como embajadores para que los pecadores se reconcilien con él (2 Corintios 5:20)
Dios se pone frente al hombre que le da la espalda, con los brazos abiertos esperando que este se vuelva, como volvió el hijo pródigo, luego de volver en sí y darse cuenta su estado de ruina. (Lucas 15: 17-18)
¡Qué maravillosa es la gracia y la misericordia de Dios!
Dios tendría que habernos destruido, pero no nos dio lo que merecíamos, sino que nos proveyó un salvador. Que no nos haya dado lo que merecíamos porque vio nuestra mísera condición y su corazón tuvo compasión, es misericordia. Y que nos haya dado un salvador tan maravilloso cuando no merecíamos nada, es la manifestación de su gracia.
Pensamientos para reflexionar