
“Bernabé… cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor” (Hechos 11:23)
“Huye también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22)
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida” (Santiago 1:12)
La vida de José es maravillosamente aleccionadora. En muchos detalles de su vida es una figura clara del Señor Jesús, pero, además, como creyente, es un hermoso ejemplo para imitar.
Un detalle muy importante en su victoria ante la tentación, cuando se encontró bajo las presiones de la mujer de Potifar, capitán de la guardia de Faraón que lo instaba a degradarse, fue su firme decisión de no pecar ante Dios. (Génesis 39:8,9) José no consideró si la mujer de Potifar era atractiva, ni si la situación lo podía favorecer en algo. Su pensamiento era vivir para la gloria de Dios, no haciendo nada indebido. Por eso se nos dice en pocas palabras, algo que es bueno que consideremos seriamente: Ante las propuestas a pecar, “él no quiso” (Genesis 39:8)
¿Por qué muchas veces el creyente sucumbe ante la tentación? Primeramente, porque en lugar de huir de todas esas pasiones, las alimenta, las acaricia y se acerca al borde para caminar por la cornisa de su desdicha. Y luego, porque no tiene el sentimiento de no querer. Quiere, no querer, pero en el fondo quisiera que Dios le permitiera hacerlo. Le gustaría encontrar un versículo que lo autorice a hacer eso a lo que es tentado, y desde esa posición es difícil resistirse. José, simplemente no quiso, rechazando de plano las propuestas siniestras y huyendo de la tentación.
¿Quieres vencer? Haz lo mismo.
Pensamientos para reflexionar