“Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (Hebreos 9:14)
“Y con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14)
El hombre, creado por Dios, fue puesto por encima de todo para que administre y señoree, pero falló. Pecó desobedeciendo y cayó de su posición original. Desde ese momento, la raza humana se reproduce en pecado. Y ¿Qué dijo Dios acerca del pecado? Que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) Dicho lo cual, cada pecado amerita muerte y no se puede pagar con otra cosa que no sea la muerte.
Fijémonos bien, que no se necesita agotar un cúmulo de pecados para que la consecuencia de eso sea la muerte, sino que, un solo pecado produce muerte, como lo fue en el caso de Adán (Génesis 2:17)
Por eso Dios envió a su Hijo desde los cielos, para que diera su vida pagando por nuestros pecados. Y habiéndose ofrecido Cristo como “ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2) satisfizo completamente las demandas de su justicia.
Si alguien, dijera que hay algún pecado que Dios no puede perdonar, diría una herejía, pues no hay pecado por el cual no haya pagado Cristo.
Si alguien pensara que eso solo aplica para salvación, porque peca un creyente se requiere que él mismo pague con una fuerte disciplina, también estaría menospreciando la obra de la salvación e ignorando la doctrina acerca de la disciplina, Porque Dios se vio satisfecho en su Juicio en Cristo, no castigando al creyente que peca.
Pensamientos para reflexionar