“Porque contra Jacob no hay agüero, Ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios!” (Números 23:23)
Jacob vivió haciendo primar su voluntad guiado por su “carne”. La historia de su vida nos deja una gran enseñanza. Es el hombre del cual puede decirse que nunca caminó mejor que cuando estuvo rengo, y quien jamás tuvo una mejor visión que cuando estaba quedándose ciego.
Los pasos de Jacob siempre fueron apoyados en su propia prudencia, con trampas y engaños, hasta que finalmente tuvo un encuentro con Dios y fue librada su alma. (Génesis 32:30,31) desde allí cojeó de su cadera y se tenía que apoyar en un bordón, pero su vida cambió, como cambia todo aquel que tiene ese tipo de encuentros con el Señor. Luego de eso, gustó la bendición de la comunión con Dios (Génesis 35) Jacob es quien dijo que pocos y malos habían sido los días de su vida, a pesar de que había vivido 130 años, porque los años que uno vive alejado de Dios nunca son los años buenos, “Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos” (Salmos 84:5)
En la comunión con su Dios Jacob fue bendecido y pasó de ser llamado Jacob (El que suplanta) a ser llamado Israel (El que lucha con Dios, el que prevalece…) Y así, aunque al final sus ojos estaban agravados por la vejez, vio claramente para bendecir a sus nietos (Véase Génesis 48) y murió adorando, apoyado sobre su bordón (Hebreos 11.21)
Pensamientos para reflexionar