“Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Efesios 5:11)
“Y no andéis en las prácticas de las naciones… porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación” (Levítico 20:23)
Los cristianos que humildemente buscamos agradar a Dios obedeciendo su Palabra, no festejamos Halloween ni permitimos que nuestros hijos participen de esos festejos, se disfracen ni indaguen sobre esas cosas.
En muchos países como misioneros cristianos somos resistidos, expulsados o impedidos de ayudar a la gente con ayuda del exterior, acusados de atentar contra su cultura y perturbar la creencia que mantienen hacia sus “dioses” desde sus ancestros. Y lo padecemos sin enfrentarnos a las autoridades. Pero, en nuestros países pretendemos que también se respeten nuestros derechos.
Para muchos la festividad de Halloween es algo inocente, divertida y llena de colores para los niños, pero no es así. Es una fiesta de origen pagano perteneciente a un mundo de tinieblas, de espíritus y demonios, prohibida como tal y condenada por Dios en la Biblia. Por eso, los padres cristianos no festejamos Halloween con nuestros hijos.
Los cristianos creemos en un Dios de vida (Hechos 17:24,25) No de muerte. No tenemos relación alguna con los espíritus, ni con el ocultismo, ni con nada de las tinieblas, porque nuestro Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él (1 Juan 1:5) Y el Dios que adoramos y quien servimos, nos dice claramente: No participéis de las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas (Efesios 5:11)
Por estas causas no festejamos Halloween con nuestros hijos, ni en nuestros hogares, ni en las escuelas.
Pensamiento para reflexionar
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