EL AMOR Y LA SANTIDAD

“Recuérdales esto… El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo… Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado…  Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:14,15, 19 y 22)


La vida cristiana tiene un equilibrio perfecto. Nuestros Señor manifestó su gloria “Gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14) Por otro lado, Dios por medio de su Palabra nos exhorta a crecer siguiendo la verdad en amor (Efesios 4:15) Es decir que esos dos principios deben ir de la mano siempre. La verdad que nos santifica (Juan 17:17) y el amor que nos identifica.

El amor nos identifica con Dios nuestro Padre, pues el amor es un atributo esencial que tiene (1 Juan 4:8) así también como nos identifica como discípulos de Cristo, quien dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35)

En una encuesta donde se preguntaba cómo la gente percibía a Dios y la mayoría contestó: Santo. Y cuando se les preguntó que pensaban acerca de cómo debían ser los creyentes, la mayoría dijeron: Buenos.

Dios nos dice: Sed santos porque yo soy santo. Y la gente que se acerca a un círculo cristiano debe percibir santidad, en la vida de los creyentes y sobre todo en el lugar de reunión, conforme a las enseñanzas de las Escrituras, para constatar que Dios está entre nosotros (1 Corintios 14:25) Y debe percibir amor, para darse cuenta que verdaderamente somos cristianos y no una secta religiosa más de las tantas que abundan.


Pensamientos para reflexionar

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