A los creyentes siempre se nos enseñó que, “una media verdad es una mentira completa” Que la verdad debe ser presentada plenamente, y esto siempre lo debemos aplicar cuando presentamos la Palabra de Dios. A la Biblia no se le debe añadir ni quitar nada de lo que ella dice, pues es Palabra de Dios y dios dijo: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene” (Deuteronomio 4:2) “Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Apocalipsis 22:18,19)
Debido a esto, siempre se aconseja que, al presentar las verdades bíblicas, ya sea en una conversación, y con más razón en las predicaciones, se debe hacer con la Palabra en la mano, leyendo bien los versículos para no cometer errores, ni tener omisiones.
Ya desde el huerto de Edén vemos que la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9) Ha tenido una capacidad extraordinaria para añadir y quitar a la Palabra de Dios conduciendo a la humanidad al pecado. Cuando nos remontamos a como fueron las cosas en el principio, vemos que el mandamiento de Dios era claro, prohibiendo comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:17) Porque el día que el hombre comiera del árbol prohibido, moriría. Satanás conocía el mandamiento, pero astutamente confundió a la mujer, diciéndole: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol del huerto? Allí, él, sabiendo bien lo que Jehová Dios había dicho, le agrega palabras al mandamiento. Agregó: <de todo árbol del huerto> “Y la mujer le respondió a la serpiente, no de una manera textual: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, <ni le tocaréis>, para que no muráis” Allí la mujer también le hace un agregado: <Ni le tocareis para que no muráis>, ante lo cual Satanás arremete de nuevo y dice: “No moriréis” ya no agregando, sino quitándole la parte más importante de la sentencia. Diciéndole algo relativo, algo que algunos podrían considerar como verdad, pero a medias, pues, cuando comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, nuestros primeros padres no murieron físicamente. Adán murió físicamente y volvió al polvo del que fue tomado a los 930 años (Génesis 5:5) Pero eso no quitó que desde el momento de la desobediencia murió espiritualmente separándose de Dios. (Véase Génesis 3:1-4)
Así siguió obrando siempre Satanás, diciendo las cosas de manera mentirosa (Juan 8:44) Utilizando verdades relativas y por la mitad que como tienen algo de cierto para muchos son más confiables. Pues, al conocer al hombre desde el principio, sabe que la mente humana se resiste a creer lo increíble, pero cuando encuentra un punto donde poder estribar en su deseo, eso lo elige y lo cree sin razonar.
Satanás en el huerto del Edén, añadió y quitó parte de la verdad que Dios había dicho, tal como lo sigue haciendo actualmente a través de todos sus agentes.
Satanás ha sido, es y siempre será malo. Él pudo con todos los hombres que encontró en el camino, menos con aquel hombre Cristo Jesús. Pues a pesar de que nuestro Señor Jesucristo, no se aferró a su condición divina, cuando, habiendo tomado la forma del hombre, fue conducido por el Espíritu Santo al desierto donde fue tentado por el diablo, no se doblegó ni falló ante las tentativas de aquel astuto enemigo.
Nuestro Señor nos da el ejemplo perfecto de cómo debemos tratar con el tentador: Utilizando las Sagradas Escrituras. “Escrito está, dicho está…” Esas fue su penetrante espada. (Lucas 4:1-12) con la cual desbarató sus ataques.
En el Señor Jesús tenemos el ejemplo perfecto del buen obrar, así como en el diablo tenemos el ejemplo perfecto del obrar mal, diciendo medias verdades que son mentiras completas que hacen tropezar y desvían a la gente.
Es notable ver cómo es de terrible el engañador satanás, que hasta frente al mismo Señor, la Palabra encarnada, se atrevió a citar las Escrituras a su manera para tentarlo. Fijémonos bien que, ante las respuestas escriturales del Señor Jesús, el diablo también responde con las Escrituras, pero acomodándolas para su fin, quitándole una parte esencial. En un momento, “le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo” (Lucas 4:9-13)
Sí, miramos bien el Salmo 91 que es citado, dice: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos, pero el diablo lo corta, y dice solamente que a sus ángeles enviará que te guarden. La diferencia es notable. Nunca nadie será abandonado por Dios haciendo el camino que tiene que hacer y dando los pasos que tiene que dar, pero cuando obra en independencia, cuando en lugar de hacer el camino trazado por Dios, hacemos nuestro propio camino, no podemos luego reclamar la promesa. ¿Era parte del camino de nuestro Señor darle pruebas al diablo haciendo demostraciones de su deidad? No. Por lo tanto, así como el Señor siempre obró conforme a la voluntad del Padre siendo uno solo en pensamiento y acción, no dudó ni siquiera en observarle ese detalle, sino que lo puso en vereda diciéndole lo que estaba escrito: “No tentarás al Señor tu Dios” (Deuteronomio 6:16)
Prestemos atención en estos detalles, porque “estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros” (1 Corintios 10:11)
LECTURA DE LA SEMANA