“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo… Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (Juan 5:10 y 13)
Como bien sabemos, el cristianismo sufrió a través de los siglos diversos tipos de persecución y esto desde el principio, por eso los cristianos, durante las persecuciones brutales del Imperio Romano, en determinados momentos se escondían para compartir su fe, reuniéndose en catacumbas o lugares similares. Dicen que, en esos momentos, para reconocer a otros de la misma fe, usaban códigos secretos. Uno de los códigos que tenían, para saber si la persona con la que se encontraban era cristiana, era dibujar una línea en forma de media luna, si la otra persona era creyente, dibujaba otra media luna superpuesta y se formaba la figura de un pez. Dando entender que confesaba a Cristo.
¿Por qué un pez? Porque la palabra pez en griego (ΙΧΘΥΣ) se tomaba como un *acrónimo que significaba su confesión: “Iēsous Christos THeou Yios Sōtēr“, significa “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador” (en griego antiguo Ἰησοῦς Χριστός, Θεοῦ ͑Υιός, Σωτήρ) de manera que dibujando un pez, confesaban que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, su Salvador.
El Apóstol Juan alerta en su primera carta a los creyentes, sobre cual debe ser la confesión de aquellos que dicen ser hijos de Dios.
Quien es de Dios debe confesar que el Salvador, Jesucristo, es Dios encarnado. Que Jesús es el Hijo de Dios, y que Jesús es el Cristo. (1 Juan 4:2, 4:15 y 5:1)
*Acrónimo es el término que se forma uniendo los elementos de dos o más palabras o a la sigla que se pronuncia como una palabra. Por ejemplo. ONU (Organización de las Naciones Unidas)
Pensamientos para reflexionar